Vi que no debemos retrasar la venida del Señor. Dijo el ángel: "Preparaos, preparaos, para lo que va a venir sobre la tierra. Correspondan vuestras obras a vuestra fe". Vi que el ánimo debe apoyarse en Dios, que debemos ejercer nuestra influencia en favor de Dios y su verdad. No podemos honrar al Señor mientras seamos negligentes e indiferentes. No podemos glorificarle cuando estamos descorazonados. Debemos tener fervor para asegurar nuestra propia salvación, y para salvar a otros. Debemos conceder suma importancia a esto, (119) y considerar secundario todo lo demás.
Vi la belleza del cielo. Oí a los ángeles cantar sus himnos arrobadores, tributando alabanza, honra y gloria a Jesús. Pude entonces percibir vagamente el prodigioso amor del Hijo de Dios. El abandonó toda la gloria, toda la honra que se le tributaba en el cielo, y se interesó de tal manera en nuestra salvación que, con paciencia y mansedumbre, soportó toda injuria y escarnio que los hombres quisieron imponerle. Fue herido, azotado y afligido; se lo extendió sobre la cruz del Calvario, y sufrió la muerte más atroz para salvarnos de la muerte; para que pudiésemos ser lavados en su sangre, y resucitar para vivir con él en las mansiones que está preparando, donde disfrutaremos la luz y la gloria del cielo, y oiremos cantar a los ángeles y cantaremos con ellos.
Vi que todo el cielo se interesaba en nuestra salvación; y ¿habremos de ser nosotros indiferentes? ¿Seremos negligentes como si fuese asunto de poca monta el que seamos salvos o perdidos? ¿Despreciaremos el sacrificio que fue hecho por nosotros?
Algunos han obrado así. Han jugado con la misericordia que se les ofrecía y el desagrado de Dios pesa sobre ellos. No siempre habrá de quedar entristecido el Espíritu de Dios. Si se le contrista algo más, se apartará. Después que se haya hecho todo lo que Dios podía hacer para salvar a los hombres, y ellos por su vida hayan demostrado que desprecian la misericordia ofrecida por Jesús, la muerte será su parte y pagarán caro esa actitud. Será una muerte horrible, porque habrán de sufrir la agonía que Cristo soportó en la cruz para obtener la redención que ellos han rehusado. Y se darán cuenta de lo que han perdido: la vida eterna y la herencia inmortal. El gran sacrificio que fue hecho para salvar las almas, nos revela su valor. Cuando el alma preciosa se perdió, se perdió para siempre.
UN ANGEL CON UNA BALANZA. Vi a un ángel de pie con una balanza de dos platillos en cada mano, que pesaba los pensamientos y el interés del pueblo de Dios, especialmente de los jóvenes. En el platillo de una balanza estaban los pensamientos y los intereses que tendían hacia el cielo; en el platillo de la otra se hallaban los pensamientos y los intereses terrenales; en este platillo se arrojaba toda la lectura de los cuentos, los pensamientos dedicados a los vestidos, la ostentación, la vanidad y el orgullo, etc. ¡Oh, cuán solemne momento! Los ángeles de Dios, de pie, pesan con balanzas los pensamientos de los que profesan ser hijos de Dios, de aquellos que aseveran haber muerto al mundo (120) y estar vivos para Dios. El platillo lleno con los pensamientos terrenales, la vanidad y el orgullo, bajaba rápidamente a pesar de que se agregaba pesa tras pesa al otro platillo. El platillo que contenía los pensamientos e intereses referentes al cielo subía mientras que el otro bajaba. ¡Qué liviano era! Puedo relatar esto como lo vi; pero nunca podré reproducir la solemne y vívida impresión que se grabó en mi mente, al ver al ángel que tenía la balanza donde se pesaban los pensamientos e intereses del pueblo de Dios. Dijo el ángel: “Pueden los tales entrar en el cielo? No, no, nunca. Diles que la esperanza que ahora poseen es vana, y que a menos que se arrepientan prestamente, y obtengan la salvación, perecerán". La apariencia de piedad no salvará a nadie. Todos deben tener una experiencia profunda y viva. Esto es lo único que los salvará en el tiempo de angustia. Entonces será probada su obra para ver de qué clase es; si es de oro, plata y piedras preciosas, serán escondidos como en lo secreto del pabellón de Jehová. Pero si su obra es de madera, paja y hojarasca, nada podrá protegerlos del fuego de la ira de Jehová.
Tanto los jóvenes como los de más edad, tendrán que dar razón de su esperanza; pero sus mentes destinadas por Dios a cosas mejores, formadas para servirle perfectamente, se han espaciado en cosas insensatas en vez de hacerlo en los intereses eternos. Esa mente que vaga de allí para allá, es tan capaz de comprender la verdad, la evidencia de la Palabra de Dios en favor del sábado, y el verdadero fundamento de la esperanza del cristiano, como de analizar las apariencias, los modales, los vestidos, etc. Y todos los que entregan su mente al placer que producen los cuentos insensatos y ociosos, alimentan sus facultades imaginativas; pero ante ellos se eclipsa el brillo de la Palabra de Dios. La mente queda directamente separada de Dios, y se destruye el interés por su preciosa Palabra.
Se nos ha dado un libro para que guíe nuestros pies a través de los peligros de este oscuro mundo hasta el cielo. Sus páginas nos dicen cómo podemos escapar de la ira de Dios, y también nos hablan de los sufrimientos de Cristo por nosotros, y del gran sacrificio que hizo para que pudiésemos ser salvos y disfrutar de la presencia de Dios para siempre. Y si algunos son hallados faltos al final, habiendo oído la verdad como la han oído en esta tierra de luz, será por culpa suya; quedarán sin excusa. La Palabra de Dios nos explica (121) cómo podemos llegar a ser cristianos perfectos y escapar a las últimas siete plagas. Pero ellos no se interesaron en absoluto en descubrirlo.
Otras cosas distrajeron su mente; apreciaron los ídolos, y despreciaron
la santa Palabra de Dios. Muchos de los que profesan ser cristianos se han
burlado de Dios; y cuando su santa Palabra los juzgue en el día postrero serán
hallados faltos. Esa Palabra que ellos han descuidado para leer insulsos libros
de cuentos, prueba sus vidas. Es la norma; sus motivos, palabras y obras, como
también el uso de su tiempo, todas esas cosas son comparadas con la Palabra
escrita de Dios, y si ellos son hallados faltos, sus casos quedarán decididos
para siempre.
Vi que muchos se miden entre sí y comparan su vida con la vida de otros. Esto no debe ser. Nadie, sino Cristo, nos es dado como ejemplo. El es nuestro verdadero modelo, y cada uno debe luchar para distinguirse por su imitación de él. Somos colaboradores de Cristo, o colaboradores del enemigo. O juntamos para Cristo o dispersamos contra él. Somos cristianos decididos y de todo corazón, o no lo somos en absoluto. Dice Cristo: " ¡Ojala fueses frío, o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca" (Apoc. 3:15-16).
Vi que algunos apenas saben lo que es la abnegación o el sacrificio, o lo que significa sufrir por causa de la verdad. Pero nadie entrará en el cielo sin hacer un sacrificio. Debemos tener espíritu de abnegación y sacrificio. Algunos no se han ofrecido a sí mismos ni a sus propios cuerpos sobre el altar de Dios. Conservan un genio impulsivo y arrebatado. Satisfacen sus apetitos y atienden sus propios intereses, sin tener en cuenta las cosas de Dios. Los que están dispuestos a hacer cualquier sacrificio para obtener la vida eterna, la tendrán, y vale la pena sufrir por ella, crucificar el yo, y sacrificar todo ídolo. El más excelso y eterno peso de gloria, supera todo lo demás, y eclipsa todo placer terreno. (122)