sábado, 5 de septiembre de 2020

21. “PREPÁRATE PARA ENCONTRARTE CON TU DIOS” TESTIMONIO 1 PARA LA IGLESIA (1855). TOMO 1.

Vi que no debemos retrasar la venida del Señor. Dijo el ángel: "Preparaos, preparaos, para lo que va a venir sobre la tierra. Correspondan vuestras obras a vuestra fe". Vi que el ánimo debe apoyarse en Dios, que debemos ejercer nuestra influencia en favor de Dios y su verdad. No podemos honrar al Se­ñor mientras seamos negligentes e indiferentes. No podemos glorificarle cuando estamos descorazona­dos. Debemos tener fervor para asegurar nuestra propia salvación, y para salvar a otros. Debemos con­ceder suma importancia a esto, (119) y considerar secundario todo lo demás. 

Vi la belleza del cielo. Oí a los ángeles cantar sus himnos arrobadores, tributando alabanza, honra y gloria a Jesús. Pude entonces percibir vagamente el prodigioso amor del Hijo de Dios. El abandonó to­da la gloria, toda la honra que se le tributaba en el cielo, y se interesó de tal manera en nuestra salva­ción que, con paciencia y mansedumbre, soportó toda injuria y escarnio que los hombres quisieron im­ponerle. Fue herido, azotado y afligido; se lo extendió sobre la cruz del Calvario, y sufrió la muerte más atroz para salvarnos de la muerte; para que pudiésemos ser lavados en su sangre, y resucitar para vivir con él en las mansiones que está preparando, donde disfrutaremos la luz y la gloria del cielo, y oi­remos cantar a los ángeles y cantaremos con ellos. 

Vi que todo el cielo se interesaba en nuestra salvación; y ¿habremos de ser nosotros indiferentes? ¿Se­remos negligentes como si fuese asunto de poca monta el que seamos salvos o perdidos? ¿Desprecia­remos el sacrificio que fue hecho por nosotros?

Algunos han obrado así. Han jugado con la misericor­dia que se les ofrecía y el desagrado de Dios pesa sobre ellos. No siempre habrá de quedar entristecido el Espíritu de Dios. Si se le contrista algo más, se apartará. Después que se haya hecho todo lo que Dios podía hacer para salvar a los hombres, y ellos por su vida hayan demostrado que desprecian la miseri­cordia ofrecida por Jesús, la muerte será su parte y pagarán caro esa actitud. Será una muerte horrible, porque habrán de sufrir la agonía que Cristo soportó en la cruz para obtener la redención que ellos han rehusado. Y se darán cuenta de lo que han perdido: la vida eterna y la herencia inmortal. El gran sacri­ficio que fue hecho para salvar las almas, nos revela su valor. Cuando el alma preciosa se perdió, se perdió para siempre. 


UN ANGEL CON UNA BALANZA. Vi a un ángel de pie con una balanza de dos platillos en cada mano, que pesaba los pensamientos y el interés del pueblo de Dios, especialmente de los jóvenes. En el platillo de una balanza estaban los pen­samientos y los intereses que tendían hacia el cielo; en el platillo de la otra se hallaban los pensamien­tos y los intereses terrenales; en este platillo se arrojaba toda la lectura de los cuentos, los pensamientos dedicados a los vestidos, la ostentación, la vanidad y el orgullo, etc. ¡Oh, cuán solemne momento! Los ángeles de Dios, de pie, pesan con balanzas los pensamientos de los que profesan ser hijos de Dios, de aquellos que aseveran haber muerto al mundo (120) y estar vivos para Dios. El platillo lleno con los pensamientos terrenales, la vanidad y el orgullo, bajaba rápidamente a pesar de que se agregaba pesa tras pesa al otro platillo. El platillo que contenía los pensamientos e intereses referentes al cielo subía mientras que el otro baja­ba. ¡Qué liviano era! Puedo relatar esto como lo vi; pero nunca podré reproducir la solemne y vívida impresión que se grabó en mi mente, al ver al ángel que tenía la balanza donde se pesaban los pensa­mientos e intereses del pueblo de Dios. Dijo el ángel: “Pueden los tales entrar en el cielo? No, no, nun­ca. Diles que la esperanza que ahora poseen es vana, y que a menos que se arrepientan prestamente, y obtengan la salvación, perecerán". La apariencia de piedad no salvará a nadie. Todos deben tener una experiencia profunda y viva. Esto es lo único que los salvará en el tiempo de angustia. Entonces será probada su obra para ver de qué clase es; si es de oro, plata y piedras preciosas, serán escondidos como en lo secreto del pabellón de Jehová. Pero si su obra es de madera, paja y hojarasca, nada podrá protegerlos del fuego de la ira de Jehová.

Tanto los jóvenes como los de más edad, tendrán que dar razón de su esperanza; pero sus mentes desti­nadas por Dios a cosas mejores, formadas para servirle perfectamente, se han espaciado en cosas insen­satas en vez de hacerlo en los intereses eternos. Esa mente que vaga de allí para allá, es tan capaz de comprender la verdad, la evidencia de la Palabra de Dios en favor del sábado, y el verdadero funda­mento de la esperanza del cristiano, como de analizar las apariencias, los modales, los vestidos, etc. Y todos los que entregan su mente al placer que producen los cuentos insensatos y ociosos, alimentan sus facultades imaginativas; pero ante ellos se eclipsa el brillo de la Palabra de Dios. La mente queda direc­tamente separada de Dios, y se destruye el interés por su preciosa Palabra.  

Se nos ha dado un libro para que guíe nuestros pies a través de los peligros de este oscuro mundo hasta el cielo. Sus páginas nos dicen cómo podemos escapar de la ira de Dios, y también nos hablan de los sufrimientos de Cristo por nosotros, y del gran sacrificio que hizo para que pudiésemos ser salvos y dis­frutar de la presencia de Dios para siempre. Y si algunos son hallados faltos al final, habiendo oído la verdad como la han oído en esta tierra de luz, será por culpa suya; quedarán sin excusa. La Palabra de Dios nos explica (121) cómo podemos llegar a ser cristianos perfectos y escapar a las últimas siete pla­gas. Pero ellos no se interesaron en absoluto en descubrirlo.  

Otras cosas distrajeron su mente; aprecia­ron los ídolos, y despreciaron la santa Palabra de Dios. Muchos de los que profesan ser cristianos se han burlado de Dios; y cuando su santa Palabra los juzgue en el día postrero serán hallados faltos. Esa Palabra que ellos han descuidado para leer insulsos libros de cuentos, prueba sus vidas. Es la norma; sus motivos, palabras y obras, como también el uso de su tiempo, todas esas cosas son comparadas con la Palabra escrita de Dios, y si ellos son hallados faltos, sus casos quedarán decididos para siempre. 

Vi que muchos se miden entre sí y comparan su vida con la vida de otros. Esto no debe ser. Nadie, sino Cristo, nos es dado como ejemplo. El es nuestro verdadero modelo, y cada uno debe luchar para distin­guirse por su imitación de él. Somos colaboradores de Cristo, o colaboradores del enemigo. O juntamos para Cristo o dispersamos contra él. Somos cristianos decididos y de todo corazón, o no lo somos en absoluto. Dice Cristo: " ¡Ojala fueses frío, o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca" (Apoc. 3:15-16). 

Vi que algunos apenas saben lo que es la abnegación o el sacrificio, o lo que significa sufrir por causa de la verdad. Pero nadie entrará en el cielo sin hacer un sacrificio. Debemos tener espíritu de abnega­ción y sacrificio. Algunos no se han ofrecido a sí mismos ni a sus propios cuerpos sobre el altar de Dios. Conservan un genio impulsivo y arrebatado. Satisfacen sus apetitos y atienden sus propios intere­ses, sin tener en cuenta las cosas de Dios. Los que están dispuestos a hacer cualquier sacrificio para ob­tener la vida eterna, la tendrán, y vale la pena sufrir por ella, crucificar el yo, y sacrificar todo ídolo. El más excelso y eterno peso de gloria, supera todo lo demás, y eclipsa todo placer terreno. (122)

 

20. “EL GRUPO DEL MENSAJERO.” TESTIMONIO 1 PARA LA IGLESIA (1855). TOMO 1.

MIENTRAS me encontraba en Oswego, Nueva York, en junio de 1855, se me mostró que el pueblo de Dios había sido sobrecargado con obstáculos; que ha habido Acanes en el campamento. La obra de Dios ha progresado poco, y muchos de sus siervos se han desanimado porque la verdad no ha produci­do mayor efecto en Nueva York, y no ha habido un número mayor de personas añadidas a la iglesia. Ha surgido el grupo del Mensajero, y sufriremos a causa de sus lenguas mentirosas y sus tergiversaciones; sin embargo debemos soportarlo todo con paciencia; porque no perjudicarán la causa de Dios, ahora que nos han dejado, tanto como la hubieran perjudicado si su influencia hubiera permanecido entre no­sotros. El desagrado de Dios ha afectado a la iglesia debido a que en ella hay personas de corazón corrompido. Han deseado ser los primeros, cuando ni Dios ni los hermanos los han colocado allí. El egoísmo y la exaltación de sí mismos han marcado su comportamiento. Ahora hay un lugar al que tales personas pueden ir y encontrar apacentadero con los de su misma clase.

 Nosotros debemos alabar a Dios porque en su misericordia ha librado de ellos a la (118) iglesia. Dios ha abandonado a muchas de estas perso­nas a sus propios caminos para que sean llenas de sus propias acciones. Ahora manifiestan entusiasmo y simpatía, lo cual engañará a algunos; pero todos los que son sinceros serán iluminados con respecto a la verdadera condición de este grupo, y permanecerán con el pueblo peculiar de Dios. Se aferrarán a la verdad y andarán por el camino de la humanidad sin dejarse afectar por la influencia de los que han si­do abandonados por Dios a sí mismos para ser llenos con sus propias acciones. Vi que Dios había dado a estas personas la oportunidad de reformarse, él las había iluminado con respecto a su amor por el yo y sus demás pecados; pero no quisieron obedecer.

 No quisieron reformarse, por lo que Dios los quitó de la iglesia. La verdad producirá efecto en los siervos de Dios y de la iglesia, y hará que se dediquen a Dios y a su causa.

Vi que el pueblo de Dios debe levantarse y ceñirse la armadura. Cristo viene y la gran obra del último mensaje de misericordia es demasiado importante como para que la abandonemos para dedicarnos a contestar las falsedades, tergiversaciones y calumnias que el grupo del Messenger [Mensajero] ha le­vantado y esparcido por todas partes. La verdad, la verdad presente, debe ser el tema de nuestra medi­tación. Estamos llevando a cabo una gran obra y no podemos abandonarla. Satanás está metido en todo esto, a fin de apartar nuestras mentes de la verdad presente y de la venida de Cristo. El ángel dijo: "Je­sús está enterado de todo". Dentro de poco tiempo tendrán que rendir cuenta. Todos serán juzgados de acuerdo con las obras efectuadas. La lengua mentirosa será detenida. Los pecadores en Sión se atemo­rizarán y el temor invadirá a los hipócritas. 

APÉNDICE

 Páginas 113-114, 117-118, "Opositores de la Verdad" y "El Grupo del Mensajero": En el verano de 1854 aparecieron entre los adventistas guardadores del sábado los primeros disidentes, es decir, la pri­mera apostasía. Dos hombres que habían estado predicando el mensaje fueron reprendidos por el espíri­tu de profecía debido a su espíritu áspero y censurador, por su avaricia y por su extravagancia en el uso de los medios que se ponían en sus manos. En vez de arrepentirse, se llenaron de amargura y se unieron con algunos otros individuos para recriminar injustamente al pastor White, a su esposa y a otros diri­gentes, lanzando contra ellos acusaciones falsas. Si bien seguían proclamando la verdad del sábado, comenzaron a publicar una hoja calumniosa que llamaron The Messenger of Truth [El Mensajero de la Verdad]. (618) A este grupo se unieron los pastores Stephenson y Hall de Wisconsin. Habían sido predicadores adven­tistas del primer día y profesaban haber aceptado las verdades del mensaje del tercer ángel, pero seguí­an creyendo ciertas doctrinas relativas a una Edad Futura. Según esta teoría, durante el milenio habría una "segunda oportunidad" de salvación. Consintieron, sin embargo, en predicar el mensaje sin propa­gar esta teoría, si la Review se abstenía de publicar artículos que la contradijeran. Sin embargo, como se indica en el texto, no cumplieron su promesa y pronto se hallaron oponiéndose a la Review y a quie­nes la apoyaban. Pronto el camino de estos "opositores de la verdad" llegó a su fin. Tanto Stephenson como Hall perdie­ron la razón. El periódico Messenger of Truth dejó de publicarse en 1857, y a principios de 1858 el pastor White informó tocante al grupo disidente: "Ni uno de los 18 mensajeros quienes una vez ellos se jactaban de tener consigo está hoy dando testimonio público, y hasta donde sepamos, no hay un solo lugar donde ellos celebren reuniones regulares". Review and Herald, 14 de Enero de 1858.