martes, 5 de agosto de 2025

25. “SE CELOSO Y ARREPIENTETE".” TESTIMONIO 3 PARA LA IGLESIA (1857). TOMO 1.

CAPÍTULO 25. SE CELOSO Y ARREPIENTETE.

Estimados hermanos y hermanas: El Señor me ha mostrado en visión algunas cosas concernientes a la tibieza actual de la iglesia, las cuales os relataré. La iglesia me fue presentada en visión. 

Dijo el ángel a la iglesia: "Jesús te habla: 'Sé celoso y arrepiéntete" (Apoc. 3:19). Vi que esta obra ha de ser emprendi­da con fervor. Hay algo de qué arrepentirse. La mentalidad mundanal, el egoísmo y la codicia han esta­do carcomiendo la espiritualidad y la vida del pueblo de Dios.

EL PELIGRO Que han recorrido los hijos de Dios durante los últimos años ha sido el amor al mundo. De éste han nacido los pecados del egoísmo y de la codicia. 

CUANTO Más Obtienen de éste Mundo, tanto más fijan sus afectos en él; y tanto más procuran obtener. Dijo el ángel: "Es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que para el rico entrar en el reino de Dios". 

SIN EMBARGO, muchos de los que profesan creer que poseemos la última nota de amonestación para el mundo, están esforzándose con to­da su energía para colocarse en la situación en la cual es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que para ellos entrar en el reino. 

SOMOS MAYORDOMOS NO DUEÑOS

Estos Tesoros Terrenales Son Bendiciones cuando se usan debidamente. Los que los poseen deben com­prender que Dios se los ha prestado y deben gastar gozosamente sus recursos para hacer progresar su causa. No perderán su recompensa aquí. Serán considerados bondadosamente por los ángeles de Dios y se harán también un tesoro en el cielo. 

¡OJO! TENEMOS UN ENEMIGO HABIL Y MUY LISTO

Vi que Satanás observa el temperamento peculiar egoísta y codicioso de algunos que profesan creer la verdad, y los tentará prosperando su camino y ofreciéndoles las riquezas de la tierra. 

Sabe que si no vencen su temperamento natural, tropezarán y caerán al amar a Mamón y adorar su ídolo. Con frecuen­cia Satanás logra su objeto. 

EL FUERTE Amor al Mundo vence o absorbe el amor a la verdad. Les son ofre­cidos los reinos del mundo, y ellos se apoderan ávidamente de sus tesoros, y piensan que son admira­blemente prosperados. Satanás triunfa (135) porque su plan ha tenido éxito. Ellos han abandonado el amor de Dios por el amor del mundo.

INVIRTIENDO EN EL BANCO DEL CIELO

Vi que aquellos que son así prosperados pueden estorbar el designio de Satanás si deciden vencer su codicia egoísta poniendo todas sus posesiones sobre el altar de Dios. 

Cuando ven dónde se necesitan recursos para hacer progresar la causa de Dios y ayudara la viuda y a los huérfanos y afligidos, deben dar alegremente, y así hacerse tesoros en el cielo. 

OID El Consejo del Testigo Fiel: Comprad oro afinado en el fuego, a fin de que seáis ricos, ropas blan­cas para que estéis vestidos, y colirio a fin de que veáis. 

Haced Algún Esfuerzo. Estos tesoros preciosos no descenderán sobre nosotros sin esfuerzo alguno de nuestra parte

DEBEMOS Comprar, ser celosos y arrepentirnos de nuestro estado de tibieza. DEBEMOS Despertarnos para ver nuestros males, buscar nues­tros pecados y arrepentirnos fervorosamente de ellos.

UN  LLAMADO A LOS RICOS

Vi que los hermanos acaudalados deben apartarse de estos tesoros terrenales, y vencer su amor al mun­do. Muchos de ellos aman a este mundo y sus tesoros, pero no quieren darse por enterados. 

Deben ser celosos y arrepentirse de su codicia egoísta, a fin de que el amor de la verdad pueda absorber todo lo demás. 

Vi que muchos de los que poseen riquezas no comprarán el oro, ni las vestiduras blancas ni el colirio. Su celo no se caracteriza por una intensidad ni fervor proporcionales al valor del objeto que es­tán buscando. 

Vi a estos hombres mientras luchaban por los bienes terrenales. ¡Qué celo manifestaban, qué fervor, qué energía para obtener un tesoro terrenal que ha de pasar pronto! ¡Qué fríos cálculos hacían! Traza­ban planes, se afanaban constantemente, y sacrificaban sus comodidades por el tesoro terrenal. Un celo parecido de su parte por obtener el oro, la vestidura blanca y el colirio los pondría en posesión de estos tesoros inestimables y de la vida eterna en el reino de Dios

LOS AUTOENGAÑADOS 

Vi que si hay quienes necesitan colirio, son los que poseen bienes terrenales. Muchos de ellos están ciegos en cuanto a su propio estado y a su firme apego a este mundo. ¡Ojala que viesen! "He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oyere mi voz y abriere la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo" (Apoc. 3:20). 

Vi que muchos tienen tanta escoria acumulada ante la puerta del corazón que no pueden abrirla. Algunos tienen que eliminar las dificultades que tienen con sus hermanos. Otros tienen que eliminar el mal genio o la codicia antes que puedan abrirla puerta.

Otros colocan (136) el mundo delante de la puerta de su corazón, y así la cierran. Toda esta escoria tiene que ser quitada. Entonces podrán abrirla puerta y dar la bienvenida al Salvador. En la visión me fue mostrado cuán preciosa es la promesa: "Entraré a él, y cenaré con él, y él conmi­go". 

¡AUN HAY ESPERANZA!

¡Oh, qué admirable es el amor de Dios! A pesar de toda nuestra tibieza y nuestros pecados nos di­ce: "Tomaos a mí y yo me tomaré a vosotros, y sanaré todas vuestras rebeliones". El ángel lo repitió unas cuantas veces: "Tomaos a mí y yo me tomaré a vosotros, y sanaré todas vuestras rebeliones". 

¡DEBEMOS VENCER...!

Vi que algunos volverán gozosamente. En cambio otros no permitirán que este mensaje dado a la igle­sia de Laodicea ejerza influencia sobre ellos. Seguirán actuando más o menos como antes, y la boca del Señor los vomitará. 

Únicamente aquellos que se arrepientan celosamente recibirán el favor de Dios. "Al que venciere, yo le daré que se siente conmigo en mi trono; así como yo he vencido, y me he sen­tado con mi Padre en su trono" (Apoc. 3:21). Podemos vencer plenamente y por completo. 

Jesús murió para hacemos un camino de salida, a fin de que pudiésemos vencer todo mal genio, todo pecado, toda tentación y sentarnos al fin con él. Es nuestro privilegio tener fe y salvación. 

El poder de Dios no ha disminuidoVi que su poder nos sería concedido tan libremente como antes. 

La iglesia de Dios es la que ha perdido su fe para pedir su ener­gía para luchar y clamar como Jacob: no te dejaré, si no me bendices" (Gén. 32:26). 

La fe perseverante se ha ido muriendo. Debe revivir en el corazón de los hijos de Dios. Se debe solicitar la bendición de Dios. La fe, la fe viva nos eleva siempre hacia Dios y la gloria; la incredulidad nos arrastra hacia abajo, las tinieblas y la muerte. 

LOS CRITICONES

Vi que la mente de algunos miembros de la iglesia no ha funcionado correctamente. Algunos, de tem­peramento peculiar, se han valido de sus propias nociones para medir a sus hermanos. 

Si algunos no estaban completamente de acuerdo con ellos, en seguida se producían dificultades en el campamento

ALGUNOS han colado el mosquito y tragado el camello. Estos preconceptos han sido tolerados demasiado tiempo. Se ha efectuado una búsqueda en un pajar. Y cuando no surgieron verdaderas dificultades en la iglesia, se fabricaron pruebas

La Mente de la iglesia y de los siervos del Señor queda desviada de Dios, la verdad y el cielo, para espaciarse en las tinieblas. Satanás se deleita en que continúen haciéndose tales cosas, pues eso lo satisface. Pero Ninguna (137) de estas pruebas es de las que han de purificar a la iglesia, ni aumentarán al fin la fuerza del pueblo de Dios. 

Vi Que Algunos se están marchitando espiritualmente. Han vivido durante algún tiempo velando para mantener a sus hermanos en el camino recto, observando todo defecto para crearles dificultades. Y mientras hacían esto, su mente no se aferraba a Dios ni al cielo ni a la verdad, sino precisamente donde Satanás quiere que se aferre: a alguna otra persona. 

Los Tales han descuidado sus almas; rara vez ad­vierten sus propios defectos, porque han tenido bastante que hacer para observar los defectos ajenos. Ni siquiera analizan sus propias almas ni escudriñan su propio corazón. Les llama la atención el vestido de una persona, su sombrero o su delantal. Deben hablar a éste o aquél, y esto basta para ocuparlos durante semanas. 

Vi que toda la religión de algunas pobres almas consiste en observar la vestimenta y las ac­ciones de los demás, y censurarlas. A menos que se reformen no habrá lugar para ellas en el cielo, por­que hasta criticarán al Señor mismo. 

Dijo el ángel: "Estar en paz con Dios es una obra individual". Se efectúa entre Dios y nuestra propia alma. Pero cuando las personas se preocupan tanto Por Los Defectos Ajenos, no se cuidan de sí mismas. 

Estas personas llenas de preconceptos y de tendencias a la censura se curarían probablemente de su hábito si trataran directamente con el prójimo a quien consideran equivocado. Esto les resultaría tan di­fícil que renunciarían a sus opiniones antes que hacerlo. Pero es fácil hablar con libertad de esta o aque­lla persona, cuando el acusado no está presente

CÓMO ORAR 

Algunos piensan que es malo procurar observar orden en el culto de Dios. Pero he visto que tal cosa no es peligrosa. 

He visto que la confusión desagrada al Señor, y que debe haber orden en la oración y tam­bién en el canto.

No debemos ir a la casa de Dios a orar por nuestras familias, a menos que nos induzca a ello un profundo sentimiento, mientras el Espíritu de Dios las está convenciendo.

 Generalmente, el momento apropiado para orar por nuestras familias es el culto de familia. 

Cuando las personas objeto de nuestras oraciones están lejos, la cámara secreta es el lugar apropiado donde se puede interceder an­te Dios en su favor. 

Cuando estamos en la casa de Dios, debemos pedir por una bendición para ese momento y esperar que Dios oirá y contestará nuestras oraciones. Estas reuniones serán interesantes y llenas de vida. 

CÓMO CANTAR

Vi que todos deben cantar con el espíritu, y también con el (138) entendimiento. A Dios no le agrada la confusión de voces y la discordia. Siempre le agrada más lo correcto que lo erróneo. 

Y cuanto más co­rrecto y armonioso sea el canto del pueblo de Dios, tanto más glorificado será el Señor, beneficiada la iglesia y afectados favorablemente los incrédulos.

 LA MÚSICA CELESTIAL

Se me ha mostrado el orden perfecto del cielo, y he quedado arrobada al escuchar la música perfecta que se oye allí. Después de salir de la visión, el canto terrenal me pareció muy áspero y discordante. 

He visto compañías de ángeles dispuestos en cuadros,cada uno con un arpa de oro. En el extremo del arpa había un dispositivo para dar vuelta, acomodar el arpa o cambiar la melodía. Sus dedos no recorrían descuidadamente las cuerdas, sino que pulsaban distintas cuerdas para producir diferentes sonidos. 

Hay un ángel que siempre guía, que toca primero el arpa y da el tono; luego todos se unen para producir la armoniosa y perfecta música del cielo. Es indescriptible esa melodía celestial y divina, que vibra mien­tras todo rostro refleja la imagen de Jesús,cuya gloria resplandece con brillo inefable.

TESTIMONIO 3 PARA LA IGLESIA (1857)  TOMO 1 /EGW/MHP

 

24. “LAS ESPOSAS DE LOS MINISTROS.” TESTIMONIO 2 PARA LA IGLESIA (1856). TOMO 1.

 

CAPÍTULO 24. LAS ESPOSAS DE LOS MINISTROS.

Vi las Esposas de los ministros. Algunas de ellas no ayudan a sus esposos, y sin embargo, profesan creer el mensaje del tercer ángel. Prestan más atención a sus propios deseos y placer, que a descubrir cómo pueden cumplirla voluntad de Dios o sostener las manos de sus esposos por medio de sus oracio­nes fieles y su conducta cuidadosa.

Vi que algunas de ellas siguen una conducta tan obstinada y egoís­ta, que Satanás las usa como instrumentos suyos, y se vale de ellas para destruir la influencia y utilidad de sus esposos. Se quejan o lamentan abiertamente si se ven sometidas a estrecheces.

Se olvidan de los sufrimientos de los antiguos cristianos por amor a la verdad, y piensan que deben cumplir sus deseos y hacer su voluntad. Se olvidan de los sufrimientos de Jesús, su Maestro. 

Olvidan al Varón de dolores, experimentado en quebranto, que no tenía dónde reposar la cabeza. No quieren recordar aquellas sienes santas, heridas por una corona de espinas.

Se olvidan de Aquel que, llevando su propia cruz al Calva­rio, se desmayó bajo su peso. No sólo la carga de la cruz de madera, sino también la pesada carga de los pecados del mundo, pesaba sobre él. 

Se olvidan de los crueles clavos que atravesaron sus tiernas manos y pies, y los clamores de su agonía: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?" A pe­sar de todo este sufrimiento que soportó por ellas, se sienten muy poco dispuestas a sufrir por Cristo. (131)

Vi que estas personas se están engañando a sí mismas. No tienen parte ni suerte en el asunto. Se han apoderado de la verdad; pero la verdad no se ha apoderado de ellas. 

Cuando la verdad solemne e importante se apodere de ellas, morirá el yo; entonces no dirán: "Iré allí; no me quedaré aquí"; sino que preguntarán sinceramente: "¿A dónde quiere Dios que esté? ¿Dónde puedo glorificarlo mejor, y dónde pueden ser de mayor beneficio nuestras labores unidas?" 

Su voluntad estará absorbida por la voluntad de Dios.

La disposición voluntariosa y la falta de consagración que manifiestan algunas de las esposas de ministros, estorban el camino de los pecadores; la sangre de estas almas manchará sus vestidos. 

Algunos de los ministros han dado un testimonio enérgico respecto del deber y los males de la iglesia; pe­ro no han tenido el efecto debido porque sus propias compañeras necesitaban el testimonio directo que se daba, y la reprensión recayó sobre ellos mismos con gran peso.

Estos predicadores permiten que sus compañeras los afecten, los arrastren hacia abajo y llenen su mente de prejuicio. Se sienten abatidos y desalentados, y no comprenden que la verdadera fuente del mal está muy cerca de ellos mismos, y así pierden su utilidad e influencia.

Estas hermanas están estrechamente vinculadas con la obra de Dios si es que él ha llamado a sus espo­sos a predicar la verdad presente. Estos siervos, si verdaderamente son llamados por Dios, sentirán la importancia de la verdad. 

Se colocarán entre los vivos y los muertos, y velarán por las almas como quienes han de dar cuenta. Solemne es su vocación y sus compañeras pueden ser para ellos una gran bendición o una gran maldición. 

Pueden alentarlos cuando están abatidos, consolarlos cuando están desanimados, y animarlos a mirar hacia arriba y confiar plenamente en Dios cuando les falta la fe o pueden seguir una conducta opuesta; mirar el lado sombrío, pensar que pasan por tiempos difíciles, y no ejercer fe en Dios, hablar de sus pruebas e incredulidad con sus compañeros, albergar un espíritu quejoso y murmurador, y ser un lastre y hasta una maldición para ellos.

Vi que las esposas de los ministros deben ayudara sus esposos en sus labores, y cuidar muchísimo la in­fluencia que ejercen; porque hay quienes les observan y esperan más de ellas que de otros. Su indumen­taria, su vida y conversación debieran ser un ejemplo que tenga sabor de vida y no de muerte. 

Vi que deben asumir una actitud humilde y mansa, aunque digna, sin dedicar su conversación a cosas que no tienden a dirigir la mente hacia el cielo. Su gran pregunta debe ser: (132) "¿Cómo puedo salvar mi pro­pia alma, y ser el medio de salvar a otros?"

Vi que Dios no acepta una obra tibia al respecto. Quiere todo el corazón y el interés, o nada. Su influencia se ejerce decidida e inequívocamente en favor de la verdad o contra ella. Recogen con Jesús o dispersan. Una esposa no santificada es la mayor maldición que pueda tener un ministro. 

Aquellos sier­vos de Dios que por desgracia tengan en sus casas esta influencia agostadora, deben duplicar sus ora­ciones y su vigilancia, y, asumiendo una posición firme y decidida, no permitir que los opriman las ti­nieblas. Deben aferrarse más a Dios, ser enérgicos y decididos, gobernar bien su propia casa, y vivir de tal manera que puedan recibir la aprobación de Dios y la custodia de los ángeles. 

Pero si ceden a los deseos de sus compañeras no consagradas, el desagrado de Dios se manifestará sobre su casa. El arca de Dios no puede morar en ella, porque ellos apoyan a sus esposas en sus errores y se los toleran. Nuestro Dios es un Dios celoso. Es algo terrible jugar con él. 

Antiguamente, Acán codició un lingote de oro y un manto babilónico, y los escondió. Todo Israel sufrió por ello y fue derrotado delante de sus enemigos. Cuando Josué averiguó la causa, el Señor dijo: "Levántate, santifica al pueblo, y di: Santifi­caos para mañana; porque Jehová el Dios de Israel dice así: Anatema hay en medio de ti, Israel; no po­drás hacer frente a tus enemigos hasta tanto que hayáis quitado el anatema de en medio de vosotros" (Josué 7:13). Acán había pecado, y Dios lo destruyó a él y a toda su familia, con todo lo que poseían, y borró la maldición de Israel.

Vi que el Israel de Dios debe levantarse, y renovar su fortaleza en Dios, reafirmando y cumpliendo su pacto con él. La codicia, el egoísmo, el amor al dinero y el amor al mundo compenetran todas las filas de los observadores del sábado.

Estos Males están destruyendo el espíritu de sacrificio entre el pueblo de Dios. Los que albergan esta codicia en su corazón no se dan cuenta de ello. Ese mal se ha apoderado de ellos imperceptiblemente, y a menos que lo desarraiguen, su destrucción será tan segura como la de Acán.

Muchos han quitado su sacrificio del altar de Dios. Aman al mundo, desean sus ganancias, y a menos que se produzca en ellos un cambio completo, perecerán con el mundo

Dios les ha prestado re­cursos; éstos no son propios, pues Dios ha hecho a los hombres mayordomos suyos. 

Pero debido a esto, los llaman propios y los atesoran. Pero ¡oh, cuán prestamente les es arrebatado todo en un momento cuando la mano prosperadora de Dios se aparta (133) de ellos! 

Se deben hacer sacrificios para Dios; hay que negarse al yo por amor a la verdad.

¡Oh, cuán débil y frágil es el hombre! ¡Cuán débil su bra­zo!

Vi que pronto la altivez del hombre será abatida, y humillado su orgullo. Reyes y nobles, ricos y pobres, todos por igual serán postrados y caerán sobre ellos las plagas agostadoras de Dios.

TESTIMONIO 2 PARA LA IGLESIA (1856). TOMO 1. EGW/MHP